En 1993 (alejado, ya, las aulas de la Facultad de Derecho), el 6 de junio también se celebraron Elecciones Generales. González pidió el voto para que Aznar no llegara al poder y lo consiguió. Sacó nueve millones de votos. Fue su cuarta reelección y el clima precedente auguraba una derrota histórica para el PSOE. La ley del aborto, continuos asesinatos de ETA, alto desempleo, carestía de vida y la imperante corrupción marcaban los temas y los tiempos.
Las encuestas daban por perdida la Moncloa (a lo sumo un empate técnico y un posible bloqueo parlamentario). Aznar – triunfalista– afirmaba en sus mítines que esas elecciones las ganaría el Partido Popular casi sin bajarse del autobús (Arriola –asesor–, incluso después del primer debate televisado estaba convencido de que todo estaba hecho). Diez millones de espectadores en un segundo debate televisado hizo que González acorralara a Aznar al que le faltaron propuestas. El PSOE llegó a 159 escaños, mientras que el PP se quedaba en 141. El socialista, sin embargo, consiguió un pacto de legislatura –fue la lista más votada– con CiU (17), rompiendo definitivamente con Izquierda Unida (18).
Cuarenta años después, la sociedad española es muy diferente, pero el escenario político puede equipararse. Los problemas son análogos, los líderes más o menos comparables a un González – sagaz– y a un Aznar –clarividente–. Antes como ahora van a ser los dos bloques –derechas e izquierdas– los que decidan quién gobierna. Las recientes urnas municipales –ganadas por el PP– único hecho diferenciador, ya que en 1993 no hubo (se habían celebrado dos años antes ganadas por el PSOE con casi 7,5 millones de votos, mientras el PP superó ligeramente los 4,5 millones).
En Ávila el resultado de 1993 otorgó 2 diputados al PP –50,72%– (Feliciano Blázquez y Agustín Diaz de Mera) y 1 al PSOE –36,81%– (Jerónimo Nieto). En el Senado, 3 para el PP (Ángel Acebes, Jesús García Tiemblo, Félix San Segundo) y 1 el PSOE (Narciso Serrano). Todos hombres. Las circunstancias provinciales siguen invariables. Los populares se presentan con la obligación de sacar los mismos representantes si quieren que el líder gallego sea investido, mientras los socialistas –descalabrados hace unas semanas– no quieren perder lo mínimo que siempre han obtenido. La radiografía electoral, sin embargo, ha variado sustancialmente.
Mientras en 1993 el PP gobernaba tanto la Capital (Acebes) como la Diputación Provincial (González Vázquez) y los socialistas estaban asentados, ahora un partido localista manda en la Capital y a nivel provincial es la tercera fuerza. Sin estos votos tanto las aspiraciones azules, como las pretensiones rojas pueden quedarse por el camino, a lo que se suma que a ambos lados también hay otras formaciones que les restarán papeletas.
Aquel año 1993 para el PP abulense comenzó políticamente un decenio victorioso mientras que el PSOE, como ahora, asomaban problemas internos que se precipitaron tres años después. De aquello –hoy historia– surgió en el hemisferio provincial la descripción de que aquel PP se impulsaba bajo las decisiones de una cápsula (similar y con parecido apodo astral enfrente). Cuarenta años después –primarias de por medio– en el espacio sideral abulense se vislumbran dos cápsulas, se observan varias constelaciones y emerge un asteroide de materia amarilla que navega dentro de la órbita con evidentes intenciones de chocar. Rozará, pero no impactará.