Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Seguimos teniendo solo revolconas

06/02/2024

El jueves pasado la reunión del mal denominado Plan de Fomento los dirigentes locales (Diputación y Ayuntamiento) trasladaron un desconcertante triunfalismo en la ejecución y desarrollo de un plan finalizado (2020-2024) y ejecutado. Con menor entusiasmo, pero sin reconocer fiascos, se pronunció el consejero Carriedo. En sus extensas responsabilidades siempre me ha parecido de lo más competente y capacitado del gobierno regional, pero en ocasiones la política impone decir o hacer cosas que distan de una realidad que desfiguran por mor de los llamados «come-orejas» que les rodean.
Definí –septiembre de 2020– este plan y lo mantengo, como un plan de terrenos, pues no en vano algo más del 70% de la financiación prevista (23.500.000€) –despilfarro– es para nuevos terrenos en un polígono de Vicolozano que el propio plan, ya entonces, reconocía que existía superficie disponible –solitario de empresas–. La incluida plataforma agroalimentaria –problemática– es insustancial y no hay mucho más. Para dar contenido a ese triunfalismo se envolvió englobando unas nimias, en comparativa regional, cifras de financiación a empresas –41 millones– (sin relación, sectores, cuantías y ubicación) y otros 41 millones del parque de proveedores de Nissan, que no son parte propiamente del propio plan especial. 
Necesidades de reindustrialización o zonas en declive apoyaban el plan. No han llegado hasta Ávila capital más empresas, ni más empleos, ni más población residente –evidencia–. Si alguno de los asistentes a dicha reunión de seguimiento hubiera tenido la curiosidad de examinar las estadísticas –regionales y nacionales– podía comprobar que Ávila sigue descendiendo en los criterios de convergencia y ocupa los lugares de cola en la mayoría de las magnitudes e indicadores económicos, incluida la confianza empresarial. 
Afirmar que el plan es un éxito, mientras se pide prorrogarlo cuando tras cuatro años no hay nada tangible es presenciar un juego de los trileros que Ávila no merece, aunque la política –dependiente jerárquicamente– ampara inadmisiblemente. Mientras las hojas de los árboles no dejen ver el bosque, seguiremos teniendo solo patatas revolconas.