Tras el acto vandálico sucedido en la madrugada del Domingo de Ramos de 1995, por el que la cruz del humilladero de los Cuatro Postes fue partida en pedazos, convulsionando a la opinión pública abulense, el Consistorio, consultado el criterio del obispo de la Diócesis, Antonio Cañizares, y del presidente de la Junta de Semana Santa, Fernando José Jiménez Prieto, decidió la colocación en su lugar, provisionalmente, de una cruz proveniente del crucero situado en el camino al cementerio de Ávila, aunque se compusiera de dos piezas, no de una como la original.
Evacuados los informes técnicos, se celebró una reunión entre Ayuntamiento, Junta de Castilla y León y Gobierno Civil, para adoptar un acuerdo sobre la conveniencia de labrar una nueva cruz para los Cuatro Postes, restaurar la destruida o perpetuar la colocada de forma provisional. Como conclusión de la sesión, se delegó la toma de la decisión al Consistorio abulense, ofreciendo las otras dos administraciones su colaboración técnica para la adecuación del monumento. El Consistorio, presidido por Ángel Acebes Paniagua, se encontraba en funciones, a la espera de las elecciones municipales del 28 de mayo de 1995, que otorgaron la alcaldía a Dolores Ruiz-Ayúcar Zurdo.
Finalmente, desde la Corporación se decantaron por mantener la cruz provisional, ubicándose la realizada en una sola pieza por el cantero municipal, Mariano Casillas, en el crucero del camino al cementerio del que se había retirado la cruz para los Cuatro Postes, sugiriéndose la posibilidad de valorar la permuta de una por otra una vez se oscureciese la piedra de la nueva con el paso de los años, de modo que no desentonase con el resto del monumento.
La cruz destrozada en los Cuatro Postes en abril de 1995 llevaba en su localización 90 años, pues no era la primitiva del siglo XVI, momento en que se erigió el humilladero. El Ayuntamiento, en sesión de 31 de octubre de 1904, presidida por el alcalde, Joaquín Carmelo Delgado, aprobó por mayoría una moción presentada por la presidencia, que facultaba a reparar el emblemático monumento, que amenazaba ruina, y en el que se había caído y roto la cruz. Oído el parecer del concejal Sr. Lafarga, en la línea de eliminar la cruz de su emplazamiento secular, se produjo una votación cuyo resultado respaldó la propuesta del alcalde de restaurarlo en la misma forma en que estaba, promoviéndose a este objeto una suscripción popular, a iniciativa del concejal Sr. Magdalena. El Diario de Ávila de 2 de noviembre de 1904, recogiendo el guante, publicaba en sus páginas la apertura de la colecta de fondos para ese fin, "admitiéndose donativos en esta Redacción, desde 10 céntimos en adelante".
En sesión municipal de 18 de abril de 1905, el Ayuntamiento aprobaba las labores de restauración de los Cuatro Postes, para lo que habilitaba la anunciada suscripción popular con el objetivo de cubrir un presupuesto de 382,25 pesetas de la época. El acuerdo abarcaba asumir el proyecto redactado por el arquitecto municipal, Vicente Botella Miralles, con participación del contratista que el acta municipal denominaba Antonio Prieto, aunque debe corresponderse con Antonino Prieto, responsable de obras en lugares relevantes de Ávila como el Puente Adaja y San Vicente. En ese momento, la cruz de los Cuatro Postes no se realizó de nueva factura, sino que se instaló una ya existente en la Calle San Segundo, cuestión que ocasionó cierta polémica en el seno de la Corporación. La cruz la donó para los Cuatro Postes el obispo abulense, Joaquín Beltrán Asensio. Uno de los concejales se oponía, porque consideraba que al encontrarse en la vía pública, la cruz era de propiedad municipal, no del Obispado. El debate se resolvió en sentido favorable por mayoría, procediéndose a colocarla.
El proyecto contemplaba la adición de una verja, lo que no se llevó a cabo, probablemente por insuficiencia de fondos, que obligó a redimensionarlo a la baja. Quizá, de haber existido, en 1995 podría haber evitado o minimizado el acto vandálico, al dificultar el acceso al monumento. Quién sabe.