Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Cartearse está de moda

21/05/2024

Sánchez y Junqueras –cesaristas y narcisistas– han escrito y enviado cartas a los ciudadanos con argumentos, reflexiones y justificaciones a su forma de hacer y entender las cosas que les acontecen en el plano político, mezclado con lo personal. Se han dirigido con humildad, pero en realidad son lobos con piel de cordero. Nada impide que lo haga el resto de los dirigentes. 
Como buen populista no sería extraño que el alcalde Ávila se suba a esta moda. Conociendo su pericia política estoy convencido –tras la moción de confianza perdida y la fallida moción de censura– que ha tenido tentaciones de escribir de su puño y letra su propia carta a los abulenses, ahora que lleva meses desaparecido de las redes sociales a las que era asiduo. Esa carta, que no encíclica, debería dar respuesta a cuestiones muy locales que están afectando la vida diaria de una ciudad que sigue sin progresar y en la que paulatinamente avanza en su decadencia. 
El cambio prometido hace cinco años –salvo subida de impuestos– es irreal. No han llegado ni grandes, ni medianas empresas. La ciudad está levantada en obras insustanciales eternas, sin previsión, ni orden. El ocaso de la cultura es manifiesto. Edificios en ruinas dominan la urbe vieja. El turismo llega en cifras inferiores a la de nuestros competidores. Parques y jardines están yermos. Las instalaciones deportivas se han quedado obsoletas y sin planes de mejora (el ascenso del Real Ávila no le privará de seguir jugando en un "campo de concentración"). Sin concurso hípico, sin banda de música, la ciudad y el gobierno de ésta va dando tumbos.   
De decidirse a enviar la misiva –estrategia salvadora– no creo que se cuestione si esto le merece la pena. Supongo que la misma irá dirigida, no a corregir sus desaciertos, sino a culpar sistemáticamente a los demás como medio para eludir responsabilidades, lo que resta franqueza en las relaciones y es una clara renuncia a crecer. La carta, de haberla, no servirá tanto a los abulenses, como si para conservar su credibilidad entre los suyos.