Carmen Rodríguez Hernández nació en 1925 en Ávila, ciudad en la que viviría casi 92 años. Desde niña, sentía afinidad hacia actividades como la música (herencia de su padre, Enrique Rodríguez) y el teatro. Hija de la Maestra Nacional Joaquina Hernández, se decantó por seguir los pasos profesionales maternos, a la vez que se formaba en solfeo. Pero, tras terminar sus estudios, la situación delicada de salud de sus padres la determinó a no ejercer el magisterio en destinos alejados de Ávila y quedarse aquí para cuidarlos. Por ello, en los años 50 del pasado siglo decidió abrir la Academia Rodríguez, un establecimiento especializado en la enseñanza de Mecanografía, Taquigrafía y Estenotipia. De esta última disciplina, conseguido a base de esfuerzo el título habilitante en Madrid, era entonces una de las pocas profesoras de España.
En un momento en que escaseaban las mujeres empresarias en nuestra ciudad, comenzó adquiriendo solo 3 máquinas de escribir para sus clases, sin sospechar que, a lo largo del tiempo, multiplicaría exponencialmente su número, pues acabaría teniendo en sus aulas a varios miles de abulenses, convirtiéndose en todo un referente en su ámbito. Al frente de la academia de su nombre, de la que era propietaria y directora, llegó a impartir hasta 15 horas docentes diarias, comenzando a las 7 de la mañana y muchas veces terminando la jornada a las 10 de la noche, debiendo además conciliar con el hogar que formó junto a su marido Pedro Rodríguez, del que nacieron 4 hijos que, avanzada la vida, la harían 8 veces abuela.
Humana y cercana, gustaba de personalizar la enseñanza atendiendo a las características concretas de cada alumno, lo que le llevó a establecer relaciones de afecto y confianza con ellos, que convertían la figura de "Doña Carmen", más allá de la mera transmisión de conocimientos, en una suerte de madre. Por ello, no solo formaba a sus discípulos, sino hasta llegaba a acompañarlos por decenas en tren a Madrid para examinarse en la Real Sociedad Matritense de Mecanografía.
Doña Carmen falleció en 2017 en su querida ciudad, donde hoy es muy recordada.