Sonsoles Sánchez-Reyes

A otra luz

Sonsoles Sánchez-Reyes


Don Rufino y don Emiliano

17/06/2024

En la actualidad dos calles en la zona sur de Ávila recuerdan a Rufino Martín Velasco y Emiliano Bernabé Lefler, maestros titulares durante más de 30 años del Colegio de Nuestra Señora del Carmen, un Centro de enseñanza privado en la plaza de Santa Catalina (desde 1947 hasta hoy, plaza del doctor Benigno Lorenzo Velázquez), donde tuvieron en sus aulas a miles de abulenses. Ambos también impartieron docencia en la Escuela Patronato de Santa Teresa de Jesús para obreros durante dos décadas. Simultánea o alternativamente fueron miembros de los Consejos provinciales o locales de primera enseñanza, representando a la privada, así como del de la Caja General de Ahorros y Monte de Piedad de Ávila.
Martín Velasco presidió el Ilustre Patronato de la Santa Vera Cruz y perteneció al de las Angustias y Santo Sepulcro. Fue asiduo de la tertulia de la Flor de Castilla, en la que el pintor Sánchez Merino le inmortalizó en una caricatura.
Rufino Martín fallecía el 20 de diciembre de 1944, cuando su hijo Mariano superaba las oposiciones para ingreso en el Magisterio Nacional, su hermano Mateo era concejal del Ayuntamiento de la capital y su tío Lorenzo Muñoz, diputado provincial.
Emiliano Bernabé le sobrevivió casi 14 años; moría el 15 de agosto de 1958, a causa de lo que El Diario de Ávila del día siguiente calificó como "cruel y rápida dolencia". Había vivido siempre en el Torreón de los Guzmanes pues fue, igual que su padre, administrador de la condesa de Crescente, a quien el edificio pertenecía antes de pasar a la Diputación Provincial. Había sido miembro de los Patronatos de Nuestra Señora de Sonsoles, Santa Vera Cruz, y las Angustias y Santo Sepulcro.
Tiempo después, en junio de 1964, el Consistorio abulense aprobaba el homenaje de concederles la denominación de dos vías urbanas. Un grupo de antiguos alumnos se ofreció a costear las placas que señalasen el nombre de sus maestros. El Diario de Ávila describió a Martín como "figura popular, estimadísimo por su corrección, sensatez, amabilidad y simpatía", y a Bernabé como "una de las personas más conocidas y estimadas de esta capital".