Noviembre invita a meditar sobre lo realizado, lo inacabado y las promesas sin materializar. Es tiempo de difuntos y recordamos la palabra dada ante quienes se fueron e hicimos votos, a veces en su nombre, pero como seres inconsistentes y olvidadizos tropezamos año tras año ciegos y obcecados. Tras el examen de conciencia concluimos que llegamos enceguecidos, y a nuestros propios errores se suma la polvareda que levantan políticos incansables ocupados en la construcción de un laberinto equívoco.
En la novela de Saramago, "Ensayo sobre la ceguera", obra que pronto cumplirá 30 años, el sabio portugués y premio nobel relata como una mujer conduce a invidentes sobrevenidos para que no tropiecen. La protagonista y nuestros líderes nada que ver; aquella sacrificada y responsable, los de aquí ciegos y embarrados; aquella guía tenía un objetivo claro. Los nuestros han cambiado la ideología por el tacticismo, manejan el cotarro y pugnan por sobrevivir día a día. Acabarán creando una democracia iliberal, trumpista u orbaniana. Cuestión de tiempo.
Nosotros los elegimos, ¿nos equivocamos? Luego nos invade la murria al caer en la cuenta de sus falacias y ocurrencias, es la nueva tendencia de gobiernos y oposiciones, ¿pero vamos a alguna parte? Conversaciones con amigos y ciudadanos manifiestan hartazgo y vergüenza ajena por el continuo espectáculo en sedes parlamentarias. Individuos y organizaciones pendencieras abusan del derecho como arma política, y del juzgado, con sus togas y puñetas, como sustituto de las urnas.
Una recua de querellantes patológicos han traído la moda de sustituir el debate, la política, por la acusación con el único fin de infundir miedo, amedrentar al adversario y cegar la normalidad. Repasamos declaraciones y actitudes bochornosas de políticos hooligans, excluyentes patriotas de siempre y nacionalistas de nuevo cuño. Los ciudadanos, el pueblo, empieza a excluirse de esa chusma porque esa política, su política, hiere a la democracia.
La ultraderecha y la derecha quieren descabalgar del poder al presidente del Gobierno, ¿el método es adecuado?, ¿todo vale? Recordamos a Casado y su ¡felón!, aquel improperio se nos antoja hoy pura finura frente a los exabruptos y groserías cotidianas en el Congreso y en parlamentos autonómicos que más parecen patios de monipodio. Ahí se suman burgomaestres devenidos en alcaldes y tampoco faltan los pontificadores, de izquierda. ¡Viva el fango! Personajes que viven succionando la mama de organizaciones y fundaciones políticas deberían volver a la escuela, y a la primera falta de ortografía parlamentaria: ¡Fuera! Y sus acólitos deslumbrados y ofuscados que aplauden entontecidos, fuera también.
Decía Abascal sobre los relatores de Naciones Unidas, que "estaban bien untados", y que quiénes eran para cuestionar las leyes de la concordia propiciadas por la derecha frente a la llamada Ley de Memoria Democrática. Fabián Salvioli, relator de la ONU, se revolvió. No debería expresarse el Sr. Abascal en esos términos, pero nos da que no le gusta la ONU, sus misiones y tal vez ni la democracia liberal.
¿Y Alvise? Se acabó la fiesta, pero para este "perla". Atropelló, o no, la confianza de 800.000 votantes y aforaron a la espabilada ardilla que se inició en UPyD, saltó a Ciudadanos y fue galardonado por HazteOir.org. Dice el eurodiputado: "Hacienda es una mafia", ergo, si hacienda somos todos, ¿todos somos mafiosos? ¿No cobra él del erario público? Mente confusa, oscura, insolidaria e hipócrita, pero eso sí, aforado.
La otra derecha está desnortada cuando exhorta al Gobierno a reconocer a Edmundo como presidente de Venezuela, cuando no lo ha hecho ningún país de la Unión Europea y tampoco los Estados Unidos. Más papistas que el papa, los populares, que no gobiernan, confunden sus deseos con la realidad. No les importa como se relacionen los Estados; desconocemos su verdadera postura sobre el Estado palestino; sobre la emigración porque las declaraciones de sus señorías son ambiguas cuando no sospechosas. Albiol, refiriéndose a algún migrante, manifestó: "no me sorprenderá el día que linchen a esta gente". Bello gesto humanitario del líder del PP, de ahí a los "centros residenciales" de Meloni solo hay un paso, centros que nos recuerdan los campos de concentración al sur de Francia para el medio millón de españoles que huían de la guerra civil.
Las contradicciones están en todos los partidos. En el Gobierno y el PSOE, también, faltaría más. Donde dije digo, digo Diego. Escribía Aristóteles que la opinión del individuo muda según su estado, si tiene mala salud dirá que ese es el bien supremo y si la tiene buena afirmará que el bien supremo es el dinero. Fieles al enunciado de Max Weber, hacen compatible la ética de las convicciones con la ética de la responsabilidad, cosa compleja. Explíquense, no pasa nada. ¿Les da vergüenza los Koldos y Delcys?, aclárenlo por el bien de ustedes y de la democracia; renuévense o morirán y cuidado con la música cesarista de algún viejo líder que, como Luis XIV, creen que sin ellos no hay futuro. Gobernar desgasta. Los socios de Gobierno van a su rollo, Sumar vota con el PP, parece que JUNTS afloja… . ¿Salvarán los presupuestos y, por ende, la legislatura? Enigmas.
La socialdemocracia no pasa por sus mejores momentos, su tacticismo en toda Europa es difícilmente explicable; los ideólogos sucumben en el altar de los tecnócratas y el resultado es una política de baja calidad. ¿Izquierda, centro y derecha, con su comportamiento, valoran su futuro? ¿Y el de los ciudadanos? La ceguera descrita por Saramago se ha instalado en las molleras de los dirigentes, ya que el afán de poder no deja espacio a la razón. El argumentario y las ocurrencias sustituyen a la inteligencia y la ideología, empeñados como están en cambiar urnas por juzgados, y una no reemplaza a la otra. El peligro es que a la Justicia le quiten la venda y la democracia camine bisoja.