No sé, estimados tres lectores, si tendría el mismo impacto y me leerían igual de firmar bajo pseudónimo en vez de con mi nombre. Y si, de hacerlo con uno femenino, no me considerarían además un impostor riéndose de las mujeres. Me gustaría pensar que, si me leen, lo hacen por lo que escribo y no por quien yo sea, y que los muchos que ignoran mis columnas lo hacen por no congeniar con ellas antes que por rechazo a mi persona.
El próximo viernes Carmen Mola presentará en Ávila su último libro, «El Infierno». No desvelo nada si les digo que tras ese nombre de mujer hay tres escritores varones, ganadores del premio Planeta 2021. Ríos de tinta han corrido —y parece que seguirán haciéndolo— sobre la idoneidad de haberlos premiado, incluso sobre si es justo que se hayan hecho un nombre en lo literario ocultos bajo apodo femenino, algo solo desvelado con ocasión del premio. Pero poco he leído sobre la valía literaria del trío en cuestión, que sí parece convencer a bastante gente, quizás por la mercadotecnia, pero también puede que sea por buenas tramas, personajes y estilo.
He tenido una idea. Brillante, permítanme la inmodestia. Nuestro ayuntamiento se halla en un impasse, y una de las posibles salidas es una moción de censura que implica un pacto entre las tres fuerzas de oposición; parece difícil vistas ciertas abiertas incompatibilidades y rechazo de electorados. Mas, ¿y si presentasen como alcalde a un candidato bajo pseudónimo? Ya sé que el alcalde ha de ser concejal; en este caso sería virtual, con un nombre abulense, eso sí —Ximena Dávila y Ahumada, o Ramiro de Cepeda Blázquez— tras el que se escuden los tres líderes de la oposición: Eva por el PSOE, José Manuel por VOX y… y… bueno, quien sea por el PP. Lo juzgaríamos por sus actos y no por las fobias o inquinas a su persona o trayectoria política. Además, no sabríamos cuál de los tres «guionistas» promueve cada decisión que tome, así es que sería difícil emitir juicios desde trincheras ideológicas. La concordia sería posible.
Podríamos hasta ganar algún premio. O encaminarnos a otro infierno, a saber. Pero molaría.