Francisco I. Pérez de Pablo

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Francisco I. Pérez de Pablo


Leones sueltos y sin cadenas

15/04/2025

Ávila nunca ha tenido un zoológico, pero si tiene leones. Me refiero a los conocidos leones –piedra– de la Catedral que parecen custodiar el Templo del Salvador. Están subidos en pedestales de granito y al contrario de los leones de las Cortes, los abulenses están en posición de descanso sobre sus cuatro patas. Son un símbolo de la ciudad (dentro de murallas) desde que a mediados del siglo XX el arquitecto municipal –fraile Ruiz– los proyectara junto a esbeltas columnas que sostienen parejas de farolas y que son las únicas en Ávila que se mantienen con cristales, pues ya sabe que hace años se decidió quitar a todas las isabelinas, repartidas por la ciudad, esos vidrios, dejando la ciudad como un hospital robado.

Esa esplanada en el centro de la Capital y zona más elevada de la misma (lugar de paso y quedada obligatoria de visitantes), se ideo con un cierre de robustas cadenas que desde cada columna sujetaban a cada pareja de leones lo que daba, aún más, un mensaje de dureza, fuerza y robustez, por si el templo catedralicio – fortaleza- no fuera suficiente. Las cadenas que les unían desapareciendo hace años y dejaron a la intemperie a los felinos, como si se hubieran escapado de un Circo y regresado a su vida salvaje.

Desde que un chaval –extranjero– se colgara de una de las columnas balanceándose y de que el león viendo la oportunidad saltara de su plataforma apresando esa "carne fresca" se decidió por los responsables municipales quitar todas las cadenas –lo fácil–, dejando dóciles a uno leones que ya no muerden el último eslabón de cada cadena dejando un orificio sonriente en sus bocas más propio del gato de Shrek que del Rey de la Selva. Hoy hay cámaras por toda la ciudad para vigilar tanto a los leones, como a los intrusos. Las cadenas tenían un sentido de resistencia tenacidad, incluso pujanza del que ahora carece una ciudad que sin embargo está unida a muchas otras cadenas que estas, sí, la tienen inmovilizada y de las que ningún dirigente parece estar dispuesto a cortar o eliminar.

La manada de felinos abulenses está aparentemente apaciguada y han ido adquiriendo un aspecto chulesco pues, además se saben queridos y respetados. Son plenamente conscientes de que en cualquier momento pueden bajar de su pedestal y huir (en la penumbra de algunas noches creen haberlos visto merodear en actitud de acecho por los hoteles más céntricos a la espera de algún turista desorientado). Hace, ya, un año huyó uno de los dieciséis leones (dos machos y el resto hembras). Fue derribado de un certero disparo de su columna y hasta ahora su paradero es desconocido. Nadie ha vuelto a ver a ese león y tiempo ha habido para su captura y devolverlo a su lugar. Sueltos y sin cadenas Ávila tiene en peligro de extinción sus leones.

ARCHIVADO EN: Ávila, Siglo XX