Comienza la Semana Santa; espero que no me tilden de irreverente, estimados tres lectores, si aprovecho esta coincidencia para compartir con ustedes algunas reflexiones sobre Ávila, el mundo, la actualidad, la vida.
Arranca hoy la semana -de hecho, diez días- en Viernes de Dolores, viendo al Cristo de los Afligidos y el Via Matris. Senderos anegados de lágrimas que vadean millones de madres en Gaza o Ucrania; mi amiga y compañera en viernes alternos, Sara Escudero, lo recuerda en sus columnas, léanla. Seguiremos mañana con el Cristo de los Estudiantes, que tendrá que matricularse en alguna carrera de la UCAV para que el inexplicable decreto del gobierno no la cierre por no cumplir con el mínimo de alumnos. El domingo, la borriquilla -pequeña, peluda y suave, como Platero, pero con duros ojos de azabache- recordará a todos en general, y a algún gobernante en particular, que en la vida vale más la constancia y la humildad que la oportunidad y el oropel.
¿Qué decir del lunes? La Esperanza y el Cristo de la Ilusión. Motores que nos mantienen en la carrera de la vida, ¡que no falten! El martes llegan el Miserere y el Medinaceli. Falta de misericordia hay en la guerra fratricida -constante histórica- de la extrema izquierda; de seguir viva la «duquesa roja» homónima al famoso Cristo podría poner orden y evitar que Podemos y Sumar acaben Estrella…dos, como la otra procesión del día. Y hablando de Batallas, la procesión del miércoles vendrá a recordar la que se está librando a arancelazo limpio, preludio de una recesión que nos dejará mudos y así prepararnos para el Silencio.
El jueves llegan los Pasos: la Santa Cena, afectada por la inflación alimentaria y con solo la mitad de los comensales, despedidos por Elon Musk y su Departamento de Eficiencia Gubernamental. ¿Para qué 12 apóstoles? Con uno que traicione -por treinta bitcoins-, otro que corte la oreja al legionario y un par más de relleno, sobra. Y de madrugada, el Via Crucis: las tres caídas de Cristo serán diez veces más, habida cuenta de los baches en nuestras calles. El viernes, en el Santo Entierro, a la par que al Señor pondremos en un sepulcro los muchos proyectos fallidos para Ávila que nos prometieron los políticos. Ya lo dicen en el Sermón de las Siete Palabras: «perdónalos, porque no saben lo que hacen».
Pasaremos el sábado en Soledad, como tantos de nuestros mayores o cada vez más gente, aturdida y aislada a fuer de estar continuamente interconectada en lo digital. Y por fin cerraremos el domingo comiendo hornazo en el Resucitado. Porque eso es lo que nos salva: que el mundo, y con él también nosotros, siempre acaba resucitando de estas pascuas y berenjenales en los que recurrentemente lo metemos.