El artículo 3º de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano nos dice que El principio de toda Soberanía reside esencialmente en la Nación. Ningún cuerpo ni ningún individuo pueden ejercer autoridad alguna que no emane expresamente de ella. A así se viene manteniendo desde 1789  y sigue teniendo su fuerza, que hasta se suele recordar en los primeros estudios del Derecho Constitucional dentro del análisis de las nociones básicas de la historia de las naciones que optan por  el sistema democrático constitucional, y tanto que ninguna opción política debe olvidar ni pasar por alto.
 La historia de toda nación inmersa en la cultura democrática reclama que no se olvide el pasado y que conviene repasar y dentro de la asignatura de cultura política en las cosas de casa, para conocer la historia real de la experiencia de vida en un Estado Social y democrático de Derecho, y generar el debate diario de cómo aunar voluntades para que el derecho, las normas constitucionales de la Nación sirvan para que paz social ilumine los pasos de la acción política, para que sea real la justicia social y la convivencia plural, y no se queden en meras proclamas. Las declaraciones de derechos desde el inicio de los tiempos democráticos, señalan la necesidad de la seguridad política y realidad para que desde el inicio las normas  aprobadas por el pueblo/Nación sean respetadas por toda las Instituciones, y fortalezcan el principio de la convivencia, amparada por las leyes del sistema jurídico democrático.
La experiencia de la convivencia nos ha demostrado ser necesario contar con la responsabilidad política que garantice el manteniendo del principio de soberanía, por el bien de todos y de nuestra historia real democrática, y mantener viva la vigencia constitucional del pacto social de nuestra Nación con pluralidad política en libertad y con la luz del ejercicio diario de las libertades, la seguridad de la acción política que debe actuar en y con el respeto de la soberanía constituyente de cada día, en una sociedad de todos para todos, y nuestra y no de mera proclama, sino real en una comunidad plural y sociedad exigente en que cono comunidad viva se cuente con la acción política corresponsable y que sea motor de la convivencia; y que mantenga los valores políticos y se dedique a garantizar el respeto y enriquecimiento evolutivo del principio democrático, con mantenimiento responsable de "la vida política» puesta al día y en forma al servicio de la realidad social de la Nación: de los ciudadanos soberanos; en casa, barrio, pueblo y ciudad, llegando bien a fin de mes y sin enfrentamientos ni alegaciones de que el sistema político no de más de sí en justificación de cambios a la carta, en la historia de la legalidad constituyente, sino valorar mantener el consenso constituyente en la experiencia que tan bien conocemos en nuestra casa abulense, en nuestra historia real por el mundo mundial. Sumen su necesaria y plural opinión. ¡Ea!