Tratar de entender los comportamientos de individuos o pueblos es complejo, y detrás de algunos parece que nos espera el desastre. Podremos argüir desconocimiento, falta de precedentes, pero cualquier ciudadano atento comprueba que las situaciones se repiten, como el arco que describe un reloj de péndulo. Asistimos a una época de oro para la información, pero excretosa para la vida de las gentes, por mor de los mandarines y astrosos sátrapas que solo quieren el control.
La humanidad asistió en el siglo XX a dos desastres mundiales y entra en el XXI con gran incertidumbre. Ignoramos qué pasará, pero el temor es manifiesto. Entre megalómanos y pueblos elegidos, como algunos se autodefinen, anda el juego. Los ecos de acontecimientos pasados se suceden como en una exposición de paredes repletas de cuadros, imágenes y ruido que nos anuncian cada próxima amenaza de la que parece no se puede escapar. La caja de Pandora se abre una y otra vez, pero también una y otra vez la esperanza está ahí siempre callada, agazapada y optimista.
Corría febrero de 1933, en el Reichstag, tuvo lugar una reunión secreta donde importantes industriales alemanes dueños de Opel, Krupp, Siemens, Bayer, Telefunken, entre otros, donaron ingentes cantidades a Hitler para apoyar el nuevo régimen. Así se describe en "El orden del día", libro de Éric Vuillard, aquellos hechos se conocieron después. Hoy, en pleno siglo XXI, no existe pudor alguno y los donantes de Trump se exhiben impasibles y dan dinero a manos llenas; no son mecenas, pues esperan obtener inmensos beneficios, mientras babean como perros hambrientos en torno a "su señor".
Aquellos ricos alemanes sobrevivieron y sus descendientes, discretos, están entre nosotros. Los de ahora se enseñan los dientes entre ellos, su avidez no tiene fin lo que les hace más visibles. Celebran el poder y las dádivas alcanzadas que provendrán de los recortes que iban al mantenimiento del estado de bienestar de su nación y por otra al gigantesco beneficio que alcanzarán sus industrias con apoyo del dinero de todos. Con unas leyes capadas, su Estado quedará como un erial y despejado de adversarios, sin capital público y humano para una reconstrucción futura.
Esa exposición citada resucita la historia que siempre nos espantó. Los contrarios al líder y quienes se rebelaron fueron, y son, arrojados a la miseria cuando el caudillo llega al poder. Gentes respetuosas de la ley trataron reconvenir la conducta del aspirante como vimos en las previas al asentamiento del nazismo. Fritz Bauer, juez y fiscal alemán, y el abogado Hans-Joachim Litten, dedicaron su existencia a combatir a Hitler y el régimen nazi los machacó. Fritz fue despedido y sobre él volcaron calumnias y mentiras. Litten murió en el campo de concentración de Dachau; la historia de Litten se describe en "El hombre que humilló a Hitler", de Benjamin Carter Hett.
¿Qué ha pasado con los fiscales que impartieron justicia en los casos del convicto Trump?, o ¿con los empleados de la administración americana implicados en esa tarea? No conocer la historia es estar condenado a repetirla, como afirmó Ruiz de Santayana, naturalizado estadounidense para mayor inri.
"Explicar a Hitler", libro de Rosenbaum, es complejo como escribe su autor, quizá tanto como tratar de entender a Trump; es misión imposible cuando los personajes están instalados en la irracionalidad. Los primeros indicios apuntan al afán por amasar poder y dinero, pero cuando se constata que ya poseen poder y dinero, las explicaciones se buscan en desviaciones mentales que provocan comportamientos impredecibles. Putin quiere ser Stalin, Trump admira a Putin, y el monarca chino Xi Jinping calla y observa. Tienen dinero y poder, su comportamiento es inexplicable incluso en el manual de la Asociación Americana de Psiquiatría.
Más imágenes de esa exposición: El pueblo palestino. Trump, el iluminado, ha sugerido que donde yacen decenas de miles de muertos podría construirse un gran complejo hotelero y de ocio, para lo que pretende rematar la faena con una deportación masiva. Netanyahu, la mano bélica de Trump, aplaude las ocurrencias del estadounidense, instalado como muchos de los habitantes de Israel en una amnesia colectiva olvidando la historia de su pueblo, incluso que tal vez los palestinos estaban antes de que ellos llegaran tras liberarse de la esclavitud en Egipto. Está en su Torá: Éxodo.
Más ecos. Golda Meir, invitada como observadora judía de Palestina a la reunión de Evian, vivió como los representantes de treinta y dos Estados, uno tras otro, lamentaban no poder acoger a los refugiados judíos, esa reunión de 1938 se cita en "Los amnésicos" de Geraldine Schwarz. Después en 1940, Franz Rademacher, del Departamento Judío dependiente de Asuntos Exteriores nazi, propuso llevar a los judíos polacos y del resto de Europa a Madagascar, fracasó y llegó la "Solución final". ¿Asistimos al preludio de otra masacre? EE.UU. barajó Somalilandia y Puntlandia como destino, después de que Jordania y Egipto se negaran y el mundo árabe rechazara el disparate.
Llega el "nuevo orden". El Gobierno americano resucita Guantánamo para deportar a los sin papeles y los vulnerables del mundo están en el punto de mira del transgresor de los derechos humanos y del orden mundial. Ese iluminado que evocó ser salvado por Dios, tras el atentado, ignoró e insultó a la obispa Mariann Edgar. Puede que Mariann estuviera más cerca de Dios que Trump y le transmitió un mensaje que contravenía lo anunciado en su toma de posesión: piedad, pero no cuaja.
Hemos encontrado un texto para esos mandatarios creyentes. En Proverbios, del Antiguo Testamento, se relatan cosas que aborrece Jehová: Ojos altivos, lengua mentirosa, manos que derraman sangre inocente, corazón que maquina pensamientos inicuos, pies que corren presurosos al mal, testigo falso que profiere mentiras y quien siembra discordias entre hermanos. Profético: Lo tienen todo.