¿Qué reclaman los actores del conflicto de Ucrania? Los ucranianos paz, los rusos, la tierra ocupada, que no es suya, ni nunca lo fue, salvo que Putin pretenda volver al siglo IX, la Rus de Kiev. Rusia como tal no existía, López-Davalillo, en su "Atlas histórico de Europa", nos enseña cómo eran aquellos pueblos, más bien tribus. De América no hay noticia y parece que Putin, Abascal y demás correcaminos siguen montados en el caballo de la ignorancia, Trump, dada su edad, en el carrito de golf, Trump quiere dinero: Se han mimetizado, fusionado, ha llegado Trumputin… ¿Y un nuevo orden mundial?
Las naciones se cimientan con principios, tradición y filosofía; sin fundamento, cualquier orden naciente si es solo por dinero será efímero. El Principado de Kiev unificó todos los pueblos, Putin mira ahora a los zares del siglo XVI. ¿Es imaginable que los ingleses pretendieran recuperar su imperio, o los españoles el suyo? Trumputin, el nuevo monstruo de dos cabezas y escaso cerebro vive una ensoñación, nos visita y fía todo a la violencia. ¿Qué pretende ese monstruo?
Sabemos qué quiere Trump, esquilmar, de momento, 500.000 millones de dólares a Ucrania lo que define la generosidad de EE.UU. Recuérdese el famoso plan Marshall para Europa, los americanos aportaron entre diez y quince mil millones de dólares de la época para la reconstrucción, después de "La Segunda Guerra Mundial". Agradecimiento, sí, pero no nos engañemos. Aquella ayuda supuso réditos comerciales, políticos y estratégicos difícilmente cuantificables para EE. UU., además de una importante aculturación de Europa, esto no tiene precio. Pero, fundamentalmente, a los americanos les interesó contener el avance comunista, y Europa dio tranquilidad durante décadas, recordemos la Guerra Fría.
El mandatario americano, afirmó el miércoles, que "la UE se formó para "joder" (sic) a EE. UU., y justifica así próximos aranceles del 25%". El esperpento ataca la economía global; propicia el blanqueamiento de Putin y su megalomanía quien aprovecha y ocupa los vacíos que deja Europa. Llega un nuevo modo de política basado en la mentira, es credo de gobernanza de Trumputin; se acuestan con plutócratas y mafiosos ávidos de poder. Trump destruye el concepto de Occidente, su estilo de vida y cultura, la sociedad de bienestar, y ese es su propósito.
Lo gastado en Ucrania por la guerra supera los 320.000 millones de dólares, la fuente es Zelenski, más fiable que Trump. La UE habrían puesto 200.000 millones, 143.000 millones en ayuda militar y financiera hasta marzo de 2024, según fuentes comunitarias, y ha de añadirse por parte de Europa el acogimiento de refugiados y otras acciones, difícilmente cuantificables, pero sí calificables, como seguridad alimentaria y corredores de solidaridad. Más que EE. UU., veremos las cifras reales y algún día sabremos, sobre todo, lo peor, las víctimas humanas de cada lado. Rusia, como siempre, ocultará la realidad de muertes y gastos, su economía ha subsistido gracias a esta guerra.
¿Qué supondrá para la Unión Europea? Tras Ucrania será la más perjudicada, no solo por la ayuda prestada, como era su deber, sino porque a partir de ahora los europeos deberán dedicar más fondos
para recomponer Ucrania. Además, habrán de invertir en autodefensa, reorganizar la economía, como será el caso alemán. Las elecciones de hace una semana en ese país nos alertan de varios hechos: ojo con la horda de la ultraderecha; ojo con los viejos socios que más bien son desleales e intrigantes. Cuidado con los cantos de dictadores, sátrapas y demás amantes de la violencia, influyentes en esos ciudadanos que, instalados en el silencio de los corderos, andan de allá para acá mientras les roban primero la libertad y su forma de vida. Putin amenaza, intriga y merodea.
La Unión Europea deberá reorganizar su sistema productivo. Es la oportunidad de diversificar e intensificar la industria de la información y tecnología, fundamental para el futuro. Lo importante ya lo tiene Europa, personas preparadas y cualificadas, pero en una nueva etapa debería evitar los monocultivos, como el automóvil en Alemania, o el turismo en España, en suma, todo aquello que pese excesivamente en el PIB, ya que una crisis de sector puede hundir un país por una concentración excesiva. La puesta al día ralentizará nuestro Estado de bienestar europeo, pero es necesario. Serán ineludibles las voces de necios y cretinos que viven en "Los mundos de Yupi", cerrando los ojos ante reformas económicas y de defensa, imprescindibles ante EE. UU., Rusia y China. Ahí está la historia.
En la Conferencia de Seguridad y Cooperación Europea de 1994, Ucrania renunció a sus armas nucleares y confió su seguridad territorial a las garantías de EE. UU., Rusia y Gran Bretaña; después se adhirieron China, y Francia. Ahora sus manos están atadas, no atacan el suelo ruso porque se teme que el uso del armamento occidental, facilitado para su defensa, pudiera justificar una respuesta de Putin contra Europa. Las mentiras de Putin son manifiestas, quiere más espacio pese a que posee más de la décima parte del planeta. El otro garante, EE.UU., incumple el tratado de 1994, traiciona a Ucrania, y da alas a Putin comprando su relato. Los trumputinianos están instalados en la mentira.
La mesa de mercaderes, en Arabia Saudí, no es garantía para la paz. "La paz perpetua", obra de Immanuel Kant, dice: "No debe considerarse como válido un tratado de paz que se haya ajustado con la reserva mental de ciertos motivos capaces de provocar en el porvenir otra guerra". En su libro describe una pintura que representa un cementerio, y se preguntaba, "¿está dedicada a todos los hombres en general, o especialmente a los gobernantes nunca hartos de guerra?".
El desiderátum Kantiano instruye sobre la paz entre naciones, pero Trump y Putin, Trumputin, solo aman la paz de los cementerios. Como anfitrión ejerció Mohamed bin Salmán, el del caso Khashoggi.