Tras la abrupta salida de los consejeros autonómicos designados por Vox (menos uno), la remodelación del gobierno regional era inevitable e inmediata. El alcalde de Ávila – ex PP- lamentó que "no haya sitio para nadie de Ávila en ese Consejo de Gobierno de Castilla y León". Pocos días más tarde se nombraban tres nuevos cargos intermedios abulenses en distintas consejerías (se suman a otros tantos –aún pocos– que ya vienen ejerciendo sus competencias). Entre otros cometidos hacer lobby les es obligado, si bien su mandato va a estar ceñido a que entre noviembre y marzo haya adelanto electoral autonómico siempre que quien ahora gobierna quiere aprovechar el desinfle de Vox y la profunda indeterminación socialista en la región. Estos recientes nombramientos no los enmarco tanto en cuestiones de justicia, como en ir anticipando internamente el PP local su estrategia electoral próxima.
El hecho indiscutible de que no haya ningún natural de Ávila entre los once máximos cargos del gobierno regional es desde luego un síntoma no tan preocupante como puede parecer de inicio y que sin embargo está más en la guerra interna que viene manteniendo Por Ávila con el PP (suma este hecho a su propia supervivencia política basada en una visión localista de las cosas), que la importancia menor que la ciudadanía da a tener un consejero, ya que lo que interesa son las decisiones y los hechos reales. Se tiende a pensar y así está instalado el mensaje que por tener un alto responsable político (ministro, consejero, comisario europeo, etc.) hay más influencia y se consiguen más cosas. La tozuda realidad abulense demuestra lo contrario. No donde naces, sino con quien paces, dice el refranero.
No existe norma escrita, ni convencional –entre las facciones provinciales de los partidos–, ni consuetudinaria para que al menos un natural de cada provincia se siente en el Consejo de Gobierno regional. El procurador de Por Ávila tiene la oportunidad para ello proponiendo una reforma en tal sentido. Paralelamente a estos movimientos el alcalde no desaprovechó –cualquier motivo es bueno incluso las ferias y fiestas– la ocasión para enviar a los abulenses un nuevo mensaje de subida de impuestos. Esto sí es un problema.