José Guillermo Buenadicha Sánchez

De la rabia y de la idea

José Guillermo Buenadicha Sánchez


Pocas luces

13/12/2024

No se confundan, estimados tres lectores. No va la columna hoy de políticos; voy a hablar de luces en su más estricta literalidad. Lo siento, no es original en estas fechas, pero anda el zurrón vacío de ideas a estas alturas de curso.
Tengo la sensación de que se ha aplicado este año en nuestra ciudad un criterio igualitario a la hora del alumbrado navideño. Hay muchas luces, pero se ha intentado esparcirlas al máximo garantizando que a todos toque algo, por poco sea. Cada rotonda con su arbolito o su reno, como si estuviésemos en Laponia. Las calles más relevantes, con las consabidas guirnaldas; en algún caso, como el paseo de la Estación, iluminando al fin arteria tenebrosa el resto del año, como decía un «Ojo avizor». Conjuntos de luces a juego o una de esas figuras geométricas en 3D en las plazas. En el centro, cosas más grandes, a veces innecesariamente, como la roja bola que apenas cabe en el chico Chico. Al menos este año nos han ahorrado la carroza de Blancanieves. Hasta en mi barrio, humilde periferia con más de trescientas familias, nos han puesto un chirimbolo que imagino fuente o surtidor, en bonito azul neón. Hay luces por doquier, cual año preelectoral.
Una buena amiga, emigrante en Segovia, me comentaba que allí han apostado por concentrar decoración en la Plaza Mayor, en una especie de portada del Real de la Feria sevillana que se enciende y apaga por sectores y parece atraer bastante turismo. El presupuesto de la ciudad vecina –muchas veces rival, pena que nunca referente– es la mitad que el nuestro; su estrategia ha generado protestas de los barrios faltos de luces, pero parece lograr más impacto.
Me pregunto si ciudades Patrimonio de la Humanidad, como Ávila o Segovia, no podrían tener más estilo. Apostar por la elegancia, por la sutileza, por lo diferente. Una muralla totalmente iluminada –lo siento por la UNESCO– sería imbatible; una Palomilla plena de luces, un reclamo; el Rastro convertido en túnel luminoso, un marco inigualable. Crear recorridos monumentales, incentivar la iluminación privada, involucrar a la ciudadanía, lograr que las instituciones decoren sus sedes, salir del centro con propuestas innovadoras, apostar por dibujos y diseños ligados a la ciudad y a su historia, que huyan de lo chabacano y trillado. No fiarlo todo a un pliego y una contrata externa – Toledo ha iluminado este año con proveedores locale–, tomar la batuta. Ah, y recordar que no todo son luces: se puede y se debe apostar también por otros elementos decorativos.
Quizás así los barrios nos quedásemos sin fontanas de colorines o renos, pero Ávila tendría su Navidad, y no un remedo de tantas otras. No es cuestión de muchas o pocas luces, solo las necesarias.