Acabo de repasar uno de los informes de Ecologistas en Acción sobre el abuso de plaguicidas en nuestros campos y la verdad es que estremece. En los últimos datos disponibles, según esa organización, "se encontraron productos para el consumo humano con al menos 106 plaguicidas, de los que 59 eran disruptores endocrinos y 32 sustancias no autorizadas", y eso que señalan que España está a la cola de la UE en el número de muestras analizadas. Pero además un gran porcentaje mostraba contaminaciones de varias sustancias diferentes, especialmente en el caso de frutas y verduras.
El uso y sobre todo el abuso de este tipo de productos expone tanto a la población como al medio natural a múltiples tóxicos.
Hay que reconocer que a veces es necesario la utilización de algunos plaguicidas que como su nombre indica se utilizan para combatir plagas, pero está claro que su control resulta más que dudoso y su abuso según este informe, y algunos más, está más que demostrado que es excesivo.
Existe un silencio administrativo y gubernamental sobre este tema y pocos se atreven a alzar la voz ante esta fumigación masiva que a todos nos afecta. El poder de la industria química de este tipo de sustancias es evidente y España, como indican desde Ecologistas en Acción está perdiendo la oportunidad de convertirse en el productor de alimentos más saludables, en lugar de ser el segundo estado miembro de la Unión Europea líder en ventas de plaguicidas.
Otro asunto del que tampoco nadie quiere hablar, ni investigar es cómo pueden afectar a los trabajadores de invernaderos y macrocultivos, en muchas ocasiones carentes de equipos de protección y máscaras adecuadas. Un claro ejemplo de esto es el cortometraje que el lector puede encontrar en youtube "la voz del invernadero" que habla de esa verdad incómoda de personas que enferman para alimentar a la población.
A veces saltan las alarmas en los medios ante la aparición de frutas y verduras procedentes de otros países en las que se han detectado contaminación por pesticidas, y me pregunto: ¡Ay Dios, cómo estarán, viendo lo que tenemos por aquí y se da por bueno...!
Está claro que el consumidor debería ser el que manda, pero claro, tendría que enterarse de lo que compra y come, e incluso debería etiquetarse la información del proceso productivo, incluido los tratamientos químicos y venenos (porque venenos son) utilizados en todo el seguimiento; pero claro, seguro que nadie los compraría.
La agricultura ecológica libre de pesticidas sería una buena solución, aunque aún es demasiado cara ya que al ser más natural, baja la producción forzada en los cultivos intensivos.
Visto que la carne es poco buena, sobre todo los procesados, el azúcar lo mismo, y las verduras y frutas, excepto las biológicas, tienen pesticidas, a veces pienso que lo ideal sería poder alimentarnos del aire y sólo beber agua, Pero si lo piensas mejor, el aire ya tiene microplásticos, y el agua en general también muestra contaminantes cada vez más abundantes… Buff… Es mejor ignorarlo. ¿O no? :-(