Carolina Ares

Escrito a tiza

Carolina Ares


Adviento

02/12/2023

Me encanta el adviento. A veces creo que incluso más que la propia Navidad. Bueno, esto igual sea un tanto exagerado, pero el mes de diciembre tiene un sabor especial que va más allá del tiempo litúrgico aunque su función sea la misma, prepararnos para lo que ha de venir. El adviento está lleno de cosas hermosas: es cuando más pensamos en los demás, no solo reflexionando sobre los regalos podemos desearles, también sacando tiempo para verlos, tiempo que en otra época del año cuesta más encontrar pese a que estemos menos ocupados, decoramos la casa (omitiré todos los comentarios posibles con respecto a cuando lo hacemos) y preparamos las celebraciones que, una vez que lleguen, pasaran volando. Si, ya sé que esto tiene una cara b, la de las colas y las multitudes, pero, afortunadamente, en Ávila aún podemos disfrutar de un adviento tranquilo.
Cada año, además, vamos incorporando nuevas tradiciones al Adviento. La mayoría las hemos heredado de los alemanes, al igual que las costumbres específicamente navideñas. Por ejemplo, en muchas familias The Elf on the Shelf (el elfo en la estantería) se ha unido a la familia. Esta tradición anglosajona consiste en un pequeño Elfo que el 1 de diciembre llega a casa para ver cómo se portan los niños y, por la noche, habla con Papa Noel y le cuenta todo lo que ve. Durante el día está inmóvil en la estantería y bajo ningún concepto se le puede tocar porque perdería su magia. Sin embargo, por la noche, al volver de ver a su jefe, monta una broma en la casa que los niños tienen que encontrar al día siguiente. He de decir que hay muchos adultos que se lo pasan mejor que los niños con esta tradición. Otra tradición que hemos asumido desde hace años es el Calendario de Adviento. Cada vez están más de moda y hay diseños más elaborados, complejos y, por supuesto, caros. Para mí, este calendario siempre ha supuesto una manera más de disfrutar de la proximidad de la Navidad. Del tradicional de chocolates que tenía de pequeña he pasado al de las infusiones, porque representan un momento de pausa. De reconocer que la Navidad está cerca y centrarme en esa emoción.
Para los cristianos, la tradición más importante es la corona de adviento donde, cada semana, encenderemos una nueva vela. La corona, hecha de árboles de hoja perenne, como tantas otras cosas, la hemos heredado de las costumbres paganas para celebrar el Solsticio de Invierno. Para ellos representaba la esperanza en la nueva estación y el fin del largo invierno. La luz, siempre presente en estas fiestas. Ese significado también lo hemos heredado, adaptándolo al nacimiento de Jesús. Las velas, por su parte representan la esperanza, la fe, la alegría y la paz. Unos sentimientos que no hace falta ser cristiano para compartir, pues todos necesitamos esperanza en los momentos más duros, podemos experimentar la fe, aunque sea en los demás o en una causa, compartimos la alegría a lo largo de nuestra vida y buscamos la paz, aunque a veces no lo parezca. El Adviento es el momento para reencontrarnos con el camino hacia todo ello. La Navidad supone un renacimiento de estos buenos sentimientos y todos los podemos celebrar, lo llamemos como lo llamemos. Porque al final lo que nos une siempre es mucho más que lo que nos separa. Y dice mucho de nosotros que, en la época más fría y oscura del año, sigamos celebrando la llegada de la luz. 

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