Esta semana se cumplirá un mes desde que el ministro de Transportes se comprometiera a viajar en tren hasta Ávila para comprobar en palabras suyas que "es verdad que Ávila tiene un problema de conexión con Madrid". Caña y pincho ha sido mi apuesta en la tertulia matinal a que ese viaje no se va a realizar con la premura y exigencia que requiere dar una solución óptima, máxime siendo tan fugaces los tiempos políticos.
El senador y secretario general de los socialistas abulenses se ha unido a esta larga deficiencia -carencia- afirmando que se lo va a tomar como" algo personal el intentar bajar el tiempo del trayecto ferroviario entre Ávila y Madrid en 15 minutos". Esos quince minutos hace una cuarto de siglo sería un triunfo. Hoy teniendo en cuenta la evolución de las infraestructuras y lo que nos rodea, un cuarto de hora (sin averías ni incidencias la media es de 1 h 40 min.) es una ridiculez que no nos acerca a los umbrales mínimos de competitividad. Callado está uno mucho mejor (se comprometió la pasada legislatura a recuperar el proyecto inicial del Prado en Ávila e incluso exposiciones en 2023…) o la seriedad que afirma es un mero recurso lingüístico.
Volviendo al ministro castellano y leonés y su viaje (hubo otros que lo realizaron y la cosa sigue igual de mal). Se me puede responder que apenas ha pasado un mes desde su anuncio, y que las agendas están muy apretadas. Cuando un problema esta tan candente como este si se deja enfriar es clara señal de que nada se va a hacer. Coger al "toro" por los cuernos - pereza comprensible- exhibiría algo de empeño para darle una solución que no se tiene – un viaje imposible-. No es cuestión de operativa como ha afirmado, sino de infraestructuras nuevas en las que no se va a invertir.
Puente está llamado a ser héroe o villano con Ávila pues junto al tren, el peaje de la autopista A6/AP-51 – eliminación- esta sobre su mesa y lo que se dice la verdad no la ha dicho toda. Otro ministro tiene también pendiente viaje a Ávila, pero como sus predecesores este seguro que no vendrá, pues no sabe dónde situarla en la península.