Gerardo L. Martín González

El cimorro

Gerardo L. Martín González


Sin título, a la sombra

15/07/2024

El verano se hizo para descansar unos, y para trabajar mucho más, otros. Y para los que ya no trabajamos, porque así está escrito, todo el año es verano, hasta en Avila; un privilegio machista, que no está escrito en ningún sitio, pues las mujeres amas de casa, no paran nunca. ¿Por qué he titulado este articulo "sin título? Por gastarles una broma, pues de lo que voy a hablar es precisamente, de un título. Como tengo alguna duda, que es casi siempre, echo mano de mi manoseado diccionario para saber que quiere decir la palabra "titulo", y en su segunda acepción, dice: "Renombre o distintivo con que se conoce a alguien por sus cualidades o sus acciones". Si quieren ver títulos, nada mas que leer las necrológicas de algunos personajes; las esquelas que publican algunos periódicos, donde después del nombre y apellidos, hay cuatro o cinco renglones o más, de títulos: presidente de no se que entidad, consejero delegado de otra, marques de algo, gran cruz al mérito con cordón rojo de algo que no has oído en tú vida, o cofrade de la ilustre cofradía de. En fin, toda la carga de títulos que la familia ha querido poner. Y no sé por qué, esto me recuerda los cuadros de Valdés Leal que pintó para un hospital de Sevilla, retratando las vanidades mundanas, en aquel tenebrismo pictórico español. Cuando existían las tarjetas de visita, que hoy ya no se usan, pues han sido sustituidas por otros medios, bajo el nombre también se escribía algún titulo profesional, u otras cosas, según quisiera presentarse aquel individuo.

Un paisano nuestro, hombre culto que se hizo maestro por vocación, ejerciendo en un colegio de Madrid, hijo de los libreros cuyo local de papelería y librería con rotulo Diaz Zamorano, estaba en la calle Tomas Luis de Victoria, frente a la plaza de abastos, teniendo tienda en planta baja, y vivienda en la alta, como era corriente entonces, colindante con la de Doña Dolores de Palacio, profesora de francés, y directora del Instituto Nacional de Enseñanza Media, abuela de nuestra compañera comentarista Sonsoles Sánchez Reyes, en la calle Vallespín, ponía en su tarjeta  M. Diaz Zamorano, y debajo "hombre", simplemente, hombre. ¿Qué quería decir con esto? Porque raro, si parece un poco raro, al menos original, pero el personaje tenía mucha personalidad, y algo querría manifestar con poner esa palabra, como título que le definía. Echo mano al diccionario, para ver que dice de la palabra hombre, y leo: Ser animal racional, varón o mujer. ¡madre mía! Mira que, si se enteran las feministas ultra, hacen cambiar esta definición, pues definir a la mujer con la denominación de hombre, es inconcebible. La biblia, cualquiera, cojo la de Jerusalén, dice Genesis 1.27: Y creo Dios el hombre a imagen suya, a imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó". Los masculinos y femeninos, no debían politizarse tanto, y dejar en paz la lengua, con tantos o tantas, todos y todas y todes, que nos están destrozando el idioma de Cervantes. ¡Cuántas cosas puede encerrar el titulo hombre! No hay titulo mas hermoso y mas amplio para definir al ser humano, que se hizo para dominar la tierra, y para conocer la inmensidad del universo. El hombre, que también es mujer, ha conseguido lo mas grande que puede existir, la libertad de pensamiento, la búsqueda de la verdad, los valores eternos, que ninguna maquina podrá tener jamás.