Francisco I. Pérez de Pablo

Doble click

Francisco I. Pérez de Pablo


Vamos a tiempo de terrazas

18/02/2025

Ávila es una ciudad muy bonita. Eso dicen quienes la visitan, pero es más por lo que hicieron nuestros antepasados, que por lo que ahora se está haciendo en una ciudad sosa, y vulgar que avanza a pasos agigantados hacia lo hortera (llevaría a cuestionar su título de Patrimonio de la Humanidad). La degradación urbanística del centro histórico con edificios que se caen a pedazos es una de esas manifestaciones de la fealdad abulense. Otra y es de lo que trata esta columna son las terrazas, lo que la ordenanza municipal denomina «ocupación de los terrenos de uso público mediante mesas y sillas con finalidad lucrativa».
En estas semanas que han transcurrido desde el inicio del año, el sector hostelero suele hacer un parón – vacaciones– y preparar sus establecimientos para la campaña que suele tener el pistoletazo de salida con las vacaciones de Semana Santa. La gran mayoría de las terrazas –muchas de ellas en el centro histórico– son antiestéticas e innobles, por no decir vergonzosas y algunas indecentes. En definitiva, las terrazas abulenses –salvo honrosas excepciones que se cuentas con los dedos de una mano– son censurables.  
El boom de las terrazas coincide con la pandemia COVID –cinco años hace– que permitió un alivio al sector instalándolas como suplemento a la limitación de consumición en los interiores y a las que se sumó la exención del pago de las tasas correspondientes. Siendo el único sector que mueve la ciudad parece llegado el momento de presentar una imagen innovadora y elegante que sea además atrayente para un consumidor, que precisamente no paga un precio barato cuando decide sentarse al aire libre. Esto depende del Ayuntamiento, los taberneros –con cariño– marcas, distribuidores y diseñadores.
El Consistorio tiene la obligación de regular, intervenir y vigilar con más exigencia (la ordenanza actual es insuficiente) la estructura, materiales y mobiliario a instalar desechando las actuales e insulsas mesas y sillas de plástico blancas, negras, color chocolate…, sombrillas playeras o carpas camperas y espaciales. Consiste en lograr la elegancia de una Capital de Provincia y su distinción. Para gusto están los colores, pero merece la pena ceder en beneficio del interés general.
El sector no puede estar de espaldas a ese obligado refinamiento, buen gusto y agrado. El 'regalo' con que los productores y distribuidores suministran sus mercancías a bares y restaurantes en forma de cesión de mobiliario, para Ávila, debe ser igualmente más exquisito, si quieren excelso, con diseño exclusivo propio, diferente a la de otras ciudades, por ser la ciudad que es. No es cuestión de uniformidad, pero sí de distinción. Estamos a tiempo antes del inicio de una nueva temporada de sol y bebidas refrescantes, y mirar para otro lado no es la solución, ni tampoco hacer oídos sordos. Hay mucho en juego.