Cuando en pleno mes de agosto de 2020 la Autonomía aprobó lo que se ha venido llamando Plan Territorial de Fomento –plan de terrenos–, por primera vez el Gobierno Regional reconocía que Ávila y su entorno era una zona en declive y necesitada de reindustrialización (requisitos de los planes directores de promoción industrial). Dotado con 34,5 millones, se destinaban 23,5 para suelo en un polígono de Vicolozano que sigue estando infrautilizado decenios después de su implantación.
El penúltimo día del año pasado el diario oficial autonómico publicaba la prórroga de este plan. Cuando algo se prorroga suele ser porque los objetivos cumplidos merecen que se mantengan y se amplíen o bien porque no se han cumplido. Todo apunta a lo segundo y es que el papel de inicio lo aguanta todo. El contenido del plan y sus propuestas eran bastante cuestionables y en estos cuatro años se ha demostrado. Echando mano de los indicadores de ejecución y resultados del propio plan (empresas nuevas aproximadas o localizadas; PIB, tasa de paro, afiliaciones etc.), las cifras negativas predominan.
La prórroga (2027 elecciones municipales) ha introducido además alguna extensión del plan inicial. Una de las más notables es que en los próximos años se «analizará la viabilidad de que el Centro de Transferencia de Conocimiento evoluciones hacia un centro geoespacial». Conocida esta ampliación inmediatamente pensé que habrían encontrado la solución a la carencia de comunicaciones que Ávila tiene: viajar por el espacio. Me temo que los tiros no van por ahí, sino por repetir o imitar lo que, ya, un amplio sector privado viene desarrollando con IA, SIG, datos de la nube, información e imágenes de satélites, ciberseguridad o drones. Soluciones avanzadas en cartografía, imágenes satelitales o análisis de datos espaciales.
La historia de Ávila es de infausto recuerdo. Mientras Nissan, está siendo sostenida con el bypass de los fondos públicos (no son parte del plan de fomento, pero los dirigentes lo mezclan para justificarlo), late con unas arritmias persistentes a las que la cardioversión no revierte –a partir de marzo puede haber más fibrilaciones–, la memoria colectiva ha olvidado la fábrica de discos compactos, la de barcos o la de hormigón prefabricado que nunca vieron el sol abulense.
El pasado octubre se conocía que el gobierno autonómico había cerrado un acuerdo con varias empresas belgas (95 millones de inversión y 400 empleos entre directos e indirectos), dentro del también plan de fomento de Segovia que dotado con una cantidad similar a la abulense –24,5 millones– desarrollaría suelo industrial (Polígono de los Hitales). La cuestión es cómo se gestionan unos u otros planes o lo que es lo mismo por dónde empezar la casa. Desde luego, como dice el proverbio, no por el tejado.