Nuestro alcalde estuvo este miércoles en la capital comunitaria, Bruselas, hablando de los retos de la accesibilidad. La herencia recibida, en este caso, parece no molestar tanto como otras veces. Les voy a confesar una cosa, estimados tres lectores: cuando a finales del 2010 la Comisión Europea otorgó por vez primera el premio a una ciudad europea accesible y fue para nuestro pétreo bajel amurallado, lo primero que pasó por mi cabeza fue: «¡Anda cómo tienen que estar las demás!». Por supuesto que ese injusto pensamiento se debía a mi desconocimiento de lo mucho y muy bueno que seguro se había hecho o se planeaba hacer en el tema, aunque vaya en mi descargo que muchas veces la accesibilidad premiada se corresponde a actuaciones en ciudad histórica y turística, antes que en la ciudad del ciudadano en su día a día. La movilidad en un porcentaje alto de Ávila es manifiestamente mejorable.
Esto de «accesibilizar» –el verbo no existe, pero me adelanto al progreso lingüístico que seguro lo traerá– es una moda reciente; compiten las ciudades por ver quién construye más itinerarios peatonales accesibles, derriban más barreras arquitectónicas –las naturales parece que no cuentan– o implementan la señalética más inclusiva. Me parece requetebién. Pero me pregunto si no se podrían también hacer accesibles otras cosas. La información. En Ávila contamos en la pasada legislatura con una concejalía de Transparencia, que no se ha mantenido en esta, y que tampoco es que fuese faro –en mi humilde opinión– iluminando el proceloso mar del caos de la información. O eliminar barreras burocráticas –algo menos agradecido a la hora de hacerse la foto de rigor– para realizar cualquier gestión. Por no hablar de intentar que, lo mismo que buscamos que un invidente que visita nuestra ciudad pueda apreciar toda su belleza con maquetas y paneles adaptados, estaría bien que un ciudadano de a pie, con su nivel medio –y suficiente– de cultura y capacidades lectoras, pueda entender los abstrusos términos de ordenanzas, reglamentos municipales o declaraciones de los políticos.
Si accedemos, accedemos.